jueves, 6 de abril de 2023

Costa Rica, el ecotono americano

Me recuesto en el colchón sin patas de mi habitación, veo las nubes pasar por la ventana y me siento ligera. Se ve el azul del cielo contrastando el rojo de las flores del Ginger, así es Costa Rica llena de colores complementarios, de luz cálida iluminando las hojas verde oscuro de un follaje que transpira incesante y productivo. 

Hace tiempo tenía un sueño, una idea vaga, un concepto ideal de "la tierra soñada". Quería con ansias venir aquí y conocer a profundidad su cultura, su biodiversidad, su abundancia de vida. ¿Cómo es que un país tropical del tamaño de un pequeño departamento de Colombia podía contener tanta riqueza, especialmente biológica? Me atrajo ese verde oscuro, hábitat de millones de animales con pelo, escamas, plumas y caparazones de colores.

Lo interesante de Centroamérica es la función de ecotono que cumplen sus países, aquí se mezcla la genética del Norte con la del Sur, también se mezclan los ascentos, la comida y las culturas. Me  he sentido algunas veces en México, otras en Ecuador y con la humedad al 100% entre la selva espesa recuerdo el pacífico chocoano. Hay arepas y también tortillas, hay elotes y mazorcas, hay Piangua y Mojarra. 

Aquí también vine porque se rumoraba que la gente "cuidaba de los animales", una cualidad muy secilla pero muy escaza en Colombia, y en general en países con políticas Neoliberales y extractivistas. Veía hace unos minutos en redes sociales un video que mostraba unas grandes, grandísimas cadenas! atadas a un vehículo, quizás sería un tractor. Las cadenas enredaban un parche de bosque a raz de suelo, y de esta forma mientras el tractor avanzaba las cadenas iban arrazando con el bosque amazónico. Un ecosistema probablemente primario, hábitat de cientos de miles de animales. 

Cuánta falta nos hace la cultura del cuidado en las tierras del sur. Efectivamente en Costa Rica he encontrado unas ideas distintas. Me hice amiga del vigilante del hotel donde trabajo, nos encontrábamos a diarío en el mismo punto junto al bosque buscando una osa perezosa que él sabía con mayor precisión y habilidad cómo encontrarla. Son animales muy crípticos, y él siempre la veía primero, el vigilante siempre sabía lo que la perezosa estaba haciendo. 

Eentendí que el vigilante aquí no sólo cuida de las "cosas", también cuida de otros seres no humanos, de otros seres valiosos con los que convivimos. Espero ir con él a caminar por más senderos cerrados al otro lado de la quebrada Las Palmas, y espero también encontrarme con serpientes, aves, ranas y muchas bromelias como debe ser, como debería ser posible en todos estos rincones tropicales donde la vida sólo desea existir. 

Colonias

 Las hormigas trabajan en la noche, las veo transitar en ríos color marrón en un rincón de la acera, abriéndose paso entre los gigantes y destructores pasos humanos. Tienen trazado un camino bajo una cerca de acero eslabonado y se organizan en hileras de 10 a 20 , todas diminutas cargando un pesado fragmento de hoja desde un despedazado árbol cercano. 

Pienso en lo inmenso que será su nido, hay unas hormigas soldados de unos 2 cm de largo con unas cabezas gigantes para sus delgados cuerpos que cuidan a las otras obreras arrieras, me hacen imaginar una reina muy voluptuosa y saludable, la madre de todo ese caudal trabajador. 

En la mañana siguiente generalmente después de una lluvia torrencial, de esas muy comunes aquí en el trópico, encuentro los trozos de hoja que cargaban las obreras cubriendo todo el piso como un tapete, organizados en el mismo orden de las hileras que el día anterior formaban las obreras. Pienso en el verdadero problema que tiene ese magnífico hormiguero, pues debe alimentar a sus millones de integrantes pero con cada lluvia su producción de alimento y el esfuerzo diario de horas y horas queda simplemente deshecho, empapado e inservible sobre el suelo. 

Los trozos de hojas caídos y húmedos yacen sobre la acera, completamente ignorados por la cotidianidad humana que ya comienza su día preparando los platos típicos del desayuno, tomando las rutas de bus hacia sus puestos de trabajo, armando hileras como las arrieras y cargando también trozos de algún árbol en forma de documentos en pequeños trozos de vacas en forma de bolsos y maletines, ó pequeños trozos de petróleo sólido e hilado en forma de morrales. 

¿Seré sólo yo quien se preocupa por tanto esfuerzo perdido sobre el suelo? o alguien más se detendrá en su cotidianidad a pensar sobre esta colonia, su reina, su tamaño y su belleza? 

Me sorprende que se tenga apatía por seres tan similares a nosotros los gigantes destructores humanos. Quienes a diario cargamos nuestras versiones de trozos y fragmentos de árboles para alimentar un sistema que nos tiene dopados con sus hormonas. También tenemos diferentes aguijones, mandíbulas o herramientas cargados de venenos con las que despejamos para erguir nuestras colmentas en forma de edificios cuadraditos perfectamente ortogonales por aquello del espacio, y nos creemos invencibles y nos imaginamos únicos y nos sentimos innovadores e inteligentes por lograr lo que logramos, dopados por la perfección y la idea de producción que se nos ha enseñado ya desde el inicio de nuestra existencia. 

Nadie lo cuestiona, y por eso somos tan parecidos a esas juiciosas colmenas que con pasos firmes y milimétrica organización vuelve a diario al mismo árbol en perfecto orden a desechar los trozos que alimentarán su hongo, sin importar ese penoso problema que impredecible llegará de tanto en tanto y acabará torrencialmente con el trabajo logrado del día.

La pregunta que me surge luego de ver este desfile de hormigas o sus hojas caídas, mientras tomo un café en el parque del centro de este pueblo tropical es ¿Cuál es nuestro hongo?  ¿Dónde está? ¿Lo habré conocido ya? ¿Quién es nuestra reina? y por su puesto que no es Isabel II y no son los presidentes, ni los reyes que aún quedan en España ¿Por quién o por qué sustancia continuamos todas las mañanas a pesar de haber perdido los trozos de lo que sea que recolectamos el día anterior?



viernes, 24 de marzo de 2023

Dosis Letal: Químicos en jardinería y agricultura


A pesar de lo común que se ha vuelto ver a los jardineros aplicar líquidos con sus aspersores para controlar la maleza, este no era un paisaje común hasta hace algunos años. Poco a poco el uso de sustancias químicas para controlar plagas se ha venido apropiando a la jardinería sin cuestionarse, ni considerarse sus consecuencias. 

Existen numerosos estudios  sobre su aplicación en la agricultura pero no se habla sobre cómo los espacios verdes y de recreación, jardines y parques públicos han venido perdiendo la seguridad que deberían brindarnos ante estas sustancias tóxicas para la salud humana y otros organismos. 


De hecho, existen normativas con respecto al uso y transporte de estas sustancias ya que los herbicidas que se usan regularmente tienen principios activos potencialmente mortales y de los que depende su rango de toxicidad. 

En los envases se clasifican de I a IV, siendo IV el nivel de menor toxicidad. Los siguientes son los productos más utilizados para jardinería y agricultura en Colombia: 





Cada uno tiene una Dosis Letal Media - DL, que corresponde al porcentaje de individuos que murió durante el experimento en el laboratorio, los cuales hacen generalmente con conejos, ratas, abejas y peces. 

El Glifosato por ejemplo,  fabricado por Bayer (antes Monsanto) es un herbicida foliar "no selectivo" y se utiliza para acabar con el crecimiento vegetal en cualquier etapa de crecimiento.  Aunque el Glifosato está clasificado como ligeramente tóxico es uno de los más utilizados indiscriminadamente. Se utiliza no sólo como herbicida sino como "madurante" irrigándose directamente en cultivos ya desarrollados de caña de azúcar, soya, maíz, piña y sorgo.

Un estudio realizado en Putumayo demostró que el contacto con Glifosato generó cuadros de intoxicación en más de 1500 campesinos, los que incluyeron entre sus síntomas: brotes en la piel, fiebre, vómito, infección respiratoria aguda, diarrea, pérdida de visión, y otros síntomas neurológicos como cefalea, mareo e incluso angustia, miedo y pánico. También se ha demostrado en diversos estudios que las presentaciones comerciales de Glifosato como el Roundup® pueden llegar a generar mutaciones a nivel cromosómico en linfocitos humanos, daño al ADN y daños embrionarios en ratas a partir de dosis de 30mg/Kg.

El Paraquat es otro de los herbicidas más comunes y tiene una categoría toxicológica I, es decir "Extremadamente tóxico". Se vende con nombres comerciales como Gramoxone®, Gramafín®, Ráfaga®, etc. Su Dosis Letal está estimada en un 50% a partir de 700 mg/Kg, esto quiere decir que bastan 0,7g del producto para matar 1 de cada 2 mamíferos de 1 Kg de peso. 

Hay que tener en cuenta que un sólo envase de herbicida puede llegar a tener 200 g de Paraquat, una Dosis Letal para un humano de 70Kg de peso. De hecho en su ficha de seguridad, el Paraquat entre otras cosas advierte que es mortal de forma inhalada:





Hoja de seguridad Gramoxone con Paraquat al 20% (Syngenta)




En agricultura usualmente se ve a los operarios y campesinos con pocos o nulos instrumentos de seguridad. De hecho en un estudio realizado por la Universidad Nacional de Colombia en 8 diferentes departamentos de Colombia se determinó que un 96,4% de los campesinos encuestados utilizaban prendas del diario durante la aplicación de plaguicidas; a penas un 40% de los campesinos entrevistados contaba con afiliación al sistema de salud; y respecto a la disposición de los envases un 36% los botaba vacíos directamente al campo o a los ríos, otro tanto los quemaba y algunos incluso reutilizan los envases para el almacenamiento de agua.

Aquí hay que agregar que la mayoría de los envases de estos productos se ven inofensivos. Están empacados en frascos de color blanco con franjas verdes, pero nunca con la simbología de riesgo correspondiente.

Simbología de riesgo vs Roundup
























 








La apropiación de herbicidas en jardinería ha venido acompañada de una estética urbana en donde las hierbas deben "controlarse". Esta cultura ha venido transformando el paisaje rural a arbustos cuadrados y su base muerta color amarilla sin ningún propósito útil más que el "estético".

Las alternativas al uso de estos agroquímicos siempre han existido, como en la agroecología y la permacultura donde se busca permitir el crecimiento, aumentar polinizadores y hábitat para otros insectos lo que previene plagas y enfermedades. 

Si quieres saber más sobre como manejar tu jardín y cultivo de forma sana visita: www.niwa.digital y www.tottaterra.com

En términos de costo-efectividad en jardinería y agricultura debería considerarse el precio que pagamos en salud pública por las contraindicaciones que estos productos están generando, no sólo en los campesinos y operarios que los utilizan, sino también en los consumidores y ciudadanos que nos vemos obligados a inhalar y consumirlos. Es poner en la balanza una idea de estética versus la salud de nuestras familias y ecosistemas.



Artículos consultados:

Clasificación y uso de los herbicidas por su modo de acción. Enrique Rosales Robles.

Uso de Madurantes. Fernando Villegas T.

Evaluación de los efectos del glifosato y otros plaguicidas en la salud humana en zonas objeto del programa de erradicación de cultivos ilícitos. Marcela Varona et al (2009).

EFECTOS DE LA FUMIGACION VALLE DEL GUAMUEZ Y SAN MIGUEL PUTUMAYO FEBRERO (2001). Dyva Revelo Calderon

Acceso a Hojas de seguridad de algunos productos: https://bit.ly/3K5ZAVZ
















lunes, 28 de octubre de 2019

EL DERECHO ANIMAL A LA PROTESTA


Una mirada a la protesta desde la socio-biología


Los representantes de las ciencias naturales en el SXX propusieron una perspectiva “arriesgada” de analizar los problemas sociales desde la biología, utilizando la etología para el estudio del comportamiento animal humano. Para este momento, las ciencias sociales y las naturales debatieron su posición desde sus métodos de estudio, para así demarcar sus paradigmas. Aun así, zoólogos y científicos como Konrad Lorenz y Desmond Morris propusieron una mirada biológica del comportamiento humano; atreviéndose a recordar el origen primate de nuestra sociedad y nuestra posición, atreviéndose a afirmar que querámoslo o no, estamos dentro de los mecanismos evolutivos como un chimpancé, o un lagarto collarejo.

Charles Darwin en el siglo XIX, tuvo que dar una larga lucha para convencer a la academia de ciencias en ubicar a nuestra especie como parte de las cadenas alimenticias y nuestras relaciones cercanas con las poblaciones de chimpancés y Bonobos en África. En el SXX y aún en nuestros tiempos, asumir nuestra relación animal genera un rechazo casi inmediato para algunas personas, quizá porque nos cuesta entender el origen salvaje de nuestra naturaleza o no queremos ver nuestro reflejo peludo y con cola. Pero la propuesta de la socio-biología y la etología como método de análisis de los problemas sociales tiene sus ventajas, y una gran diferencia con las ciencias sociales, lo que permite su complementariedad. 

Así por ejemplo, parafraseando al filósofo colombiano Roberto Palacios en su artículo sobre la agresión y la guerra desde un punto de vista zoológico, la etología utiliza 2 principios de análisis: la observación y la comparación, estas desde una perspectiva inductiva y meramente descriptiva, permitiendo una posición objetiva de los hechos que descarta momentáneamente los orígenes culturales del comportamiento. Esto da como resultado generalmente que los científicos reconozcan las causas innatas e instintivas del comportamiento humano, así como los beneficios evolucionistas de los resultados de dicho comportamiento. Como organismos sociales, al igual que las manadas de mamíferos que trabajan en equipo para conseguir alimento, los humanos tenemos lo que llamamos la política,  originada a partir de los grupos que toman decisiones sobre los recursos de toda la población.

Desde esa perspectiva, las protestas sociales son un fenómeno que no es sólo una característica de nuestra especie, siendo que los enfrentamientos interéspecíficos son comunes y obedecen a la defensa del territorio, la reproducción y la supervivencia y por tanto están relacionados directamente con la Selección Natural. La protesta social, viene siendo ese mecanismo por el cual los líderes de las manadas son enfrentados por individuos más jóvenes o más fuertes, como sucede en las poblaciones de  caballos cimarrones de América del norte. Lo que nos diferencia es el uso de la “violencia” como un lenguaje destructivo, que resulta en lo que Konrad Lorenz (el padre de la etología) llamó la inadecuación de la agresión humana.

Los últimos casos presentados en Chile, Colombia, Ecuador, España entre otros, tienen diferentes orígenes culturales. Así en Chile, las protestas están demostrando una inconformidad frente a las estrategias de desarrollo neoliberales, en Colombia de una manera similar las protestas piden la reorganización de la economía de un país con una de las más altas brechas de desigualdad del mundo, en España se lucha por la independencia de un gobierno que no se conoce como propio, y en Ecuador así mismo, los indígenas se tomaron las calles de Quito pidiendo mejores condiciones de vida para su comunidad. Quizá el caso más impactante en términos de movimientos sociales, es el de las marchas por el cambio climático, y el movimiento que despertó la falta de interés de gobiernos como el de Estados Unidos frente a una situación que requiere de medidas contundentes y urgentes.

Lo que tienen en común estas marchas, movimientos sociales o protestas entre ellas y con otras infinitas que se han dado en la historia de la humanidad, es que se hacen en respuesta de lo que se considera para cierto grupo, gremio o porción de la población un acto previo de violencia. Entonces, estos grupos se levantan porque se consideraron agredidos frente a las decisiones políticas, donde sus territorios, recursos y por tanto su supervivencia entran en juego. Para analizarlo desde una perspectiva etológica, vamos a situarnos en las marchas o en la protesta desde su “hábitat natural” las calles o avenidas principales de las ciudades, plazas, parques, donde el territorio entre los que vamos a llamar “los indignados” y los que vamos a llamar los “opresores” comparten su poder, el espacio público. Así mismo encontramos que los machos y hembras participantes en estos movimientos, utilizan lenguajes intimidantes que recuerdan a los rituales de etnias indígenas en los que se salta, se baila y se canta alrededor del fuego. En algunos casos se cubren el rostro y se protege dentro de la indentidad de grupo, la identidad individual, donde se unen por una causa común.

La violencia empieza a tener un valor muy importante, pues como lenguaje representa la respuesta de esta porción de la población a un acto de violencia previo, dado por el opresor o el gobierno al subirles el precio de su mecanismo de transporte, “al tratarlos como animales” dicen algunos, al restringir el acceso a sus recursos agua, petróleo, bosques, o intereses comunes como la paz en el caso de Colombia. Y lo que resulta es aún más interesante, aunque los brazos del grupo opresor dado por la fuerza pública como el poder militar, la policía, entran a intentar detener la manifestación, en la mayoría de los casos los demandados opresores deben salir a la voz pública generalmente intimidados a mediar y a intentar ofrecer lo exhigido por la masa que está pidiendo el poder de ese espacio público que por un momento creyó suyo.

Así el caso de Bolsonaro con su discurso en la última asamblea de la ONU, demandando la soberanía de Brazil sobre la selva amazónica. Y es aquí donde se evidencia la inutilidad de las fronteras nacionalistas en un mundo ecológico, donde las decisiones que dicho presidente tome sobre la selva afectará a otras 8 naciones del mismo continente y luego probablemente nos afecte a todos con los régimenes climáticos. O el caso en Chile donde Piñera tuvo que retractarse de sus decisiones, al igual que Moreno que contra la pared tuvo que reformar las tarifas de combustible o en el caso de Colombia donde el Gobierno tuvo que mediar con los estudiantes y gremios para llegar a acuerdos, que aún sin cumplir mantienen a los ciudadanos alerta y tomándose las calles casi diariamente. 
Hay que aclarar que dichas condiciones son sólo dadas en países democráticos y que no todas las sociedades permiten el movimiento social. Pero aun así, la agresión ha sido reconocida como un lenguaje innato del ser humano, y aunque desagradable, autores como Erich Fromm afirman que los humanos tendemos a patologías agresivas de comportamiento.

Y es así que como decía Darwin “iluminar el comportamiento humano desde los avances de la ciencia biológica” ofrecerá perspectivas diferentes a los problemas sociales, donde para este caso reconocer la protesta social como algo innato e instintivo del ser humano, permitirá enfocarlo hacia formas menos ofensivas que lo destructivo, lo vandálico que es lo inadecuado de la protesta. Pensemos entonces en las marchas como un ritual necesario, que hace parte del lenguaje humano y que aunque fue permitido por un contexto cultural democrático, es el resultado de la necesidad de defender la supervivencia de ciertos grupos de nuestra misma especie. La protesta permite el  movimiento de la jerarquías, al punto que en las calles el poder se vuelve mucho más horizontal, y como algunas personas lo llaman es “el fuego purificador” en situaciones donde se requiere un cambio. Quizá también permite reconocer la función de cada gremio o grupo dentro de la sociedad y no le entrega el poder directamente a unas élites oinstituciones, y  busca por sobretodo reconocernos en comunidad.

Como dice Palacio, el diálogo controversial es una alternativa a la agresión destructiva y es necesario para que se llegue a un beneficio común de la especie. Viéndolo de ese modo, las protestas requieren en vez de reprimirse, permitirse en escenarios participativos, enfocándose desde el punto de vista de un lenguaje de masas, como en el caso de las marchas por el Cambio Climático donde se habilitaron tarimas, y aunque persiste la toma del espacio público, que es necesario porque simboliza el territorio común, se permite la expresión en masa y sí genera cambios, y sí intimida, cosa que probablemente algunos gobiernos rechacen, pero es necesario desde un punto de vista evolutivo porque permite la persistencia de nuestra especie, que incluye tanto a los “opresores” como a los “indignados”.






sábado, 8 de octubre de 2016

DEBEMOS CONTINUAR



Estando a 721 km de mi lugar de votación para el plebiscito, decido que debo hacer parte de uno de los sucesos políticos más importantes del siglo en Colombia. Tras una “pseudo-campaña”, que fue más un comentario por redes sociales y conversaciones al respecto, logré reunir con amigos lo que necesitaba para los pasajes de ida y regreso desde Bogotá a Pasto, donde se encontraba mi cédula inscrita.
Parafraseando a Diana Uribe, este es el momento para la re-significación de la memoria de un país en guerra, por un país con un referente de paz y prosperidad para el futuro. Es algo increíble para la generación de mis abuelos. 

Recuerdo cuando fui a Pasto a votar en las pasadas elecciones presidenciales. Era 2014 y hacía mi práctica de la universidad con comunidades campesinas en la fundación Suyusama, quienes aún trabajan por la sostenibilidad y sustentabilidad del departamento de Nariño. Por su puesto para quienes trabajamos con comunidades rurales, el conflicto, la violencia y las historias de guerra están siempre presentes en el análisis de la pobreza, el maltrato y la desigualdad.

De hecho ese mismo año en Tumaco se reportaban enfrentamientos de paramilitares y la columna móvil “Daniel Aldana” de las FARC.  Y en la frontera del Cauca y Nariño floreaban los campos de amapola que yo misma recorrí. En esta zona el Frente 29 de las FARC conmemoraba ese mismo año, la muerte de Tirofijo lanzando granadas a los patrulleros de la policía. 

También fueron frente de apoyo del Bloque Sur de las FARC y fueron los encargados de custodiar y asesinar a algunos de los diputados del valle. Ahora estos dos grupos en 2016 anuncian la dejación de armas y niegan disidencias en sus tropas. Aunque están preocupados por lo que pueda pasar con la población civil y los grupos paramilitares, especialmente en Tumaco.  

Incluso, algunas veces fue difícil hacer los trabajos de campo de la fundación,  porque existía mucho riesgo de enfrentamientos o atentados principalmente de la guerrilla. Por eso, bajo esa luz blanca del galeras y la lluvia tenue que caracteriza a Pasto llegué de Bogotá a votar. 

Encontré mi cédula en la mesa 22 del San Francisco Javier y cumplí mi misión de afirmar mi apoyo al cambio que Colombia necesita. En la tarde, el plan fue reunirnos a ver los resultados como si fuera el partido de la selección en el mundial. Emocionados, junto a antiguos compañeros y amigos pastusos, armábamos la Fiesta de la Paz desde las 3 de la tarde; chocolate, pan, amigos y la TV dando porcentajes.


Los proyectos del post-conflicto nos habían tocado a todos, pues la implementación de los acuerdos también haría parte ahora de nuestros proyectos de vida. Por supuesto fue más que una desilusión cuando vimos lo reñido de los resultados, la tendencia del NO en las ciudades y luego por supuesto la inminente derrota de nuestra esperanza. “Si yo fuera guerrillera, ya me estaría poniendo las botas”  decía una buena amiga mientras veíamos los resultados. Llantos, puteadas, suspiros, fue en lo que terminó ese día (a propósito oscuro) en el altiplano nariñense.

Ya se veía venir, la campaña del NO había sido mucho más fuerte, aunque con bastante desinformación, logró calarle al pueblo colombiano en la religión, en los principios conservadores y en la ignorancia sobre lo que significa la izquierda; Componentes por excelencia de la línea punteada que divide a Colombia en todos sus ámbitos políticos. Ya desde esto, ha pasado una semana. Santos ganó el nobel de la Paz, Uribe y representantes del “NO”, no asisten a las reuniones y tampoco proponen algo diferente. La incertidumbre del post-conflicto nos agobia a TODOS.
Pero desde el punto de vista empírico estos sucesos son un ejercicio democrático, que esperando no sea malinterpretada mi posición, ME ENCANTA. 

De repente, hasta los que no votaron tienen algo que decir al respecto. Esa gran mayoría desinteresada que se evidencio en las urnas aparece con gesto renovado y puño recogido en las marchas por la paz.

De regreso a Bogotá, pasé a medir la temperatura en Cali. No bailé salsa, en cambio salí a moverme al ritmo de las barras y la marcha universitaria por toda la quinta hasta la plaza de banderas. “No más Uribe, no más Uribe”, “el pueblo que camina pa’ delante y el gobierno que camina para atrás” “La paz se construye en el campo, la paz se construye en la ciudad” y mi favorita “¡¡¡El acuerdo permanece porque el pueblo lo merece!!!”



En definitiva, de las últimas protestas del gobierno de Santos a las que he tenido el placer de asistir (Ley 30 y las diferentes campesinas) esta ha sido de las más consecuentes. Se sentía verdadera la unidad ideológica entre estudiantes, policía, transeúntes y espectadores, a su manera todos mostraban algo de aprobación. Luego ver que en simultáneo Bogotá, Pasto, Barranquilla, Quibdó y otras 12 ciudades más incluyendo Nueva York estaban sintiendo las mismas pisadas y la misma vibración, me llenó de emoción.
No eran suficientes 4 años de negociación para curar la memoria de un país que sólo conoce el odio y la venganza. Será necesario más tiempo, años y seguramente décadas para que el país se sane desde la raíz de su Estado, que es la gente. El plebiscito y la victoria del NO nos recordó  la importancia de la soberanía y el poder de nuestra identidad. 


A propósito, en medio de una tusa de 6, 5 millones de personas que me rompieron el corazón, fui a la laguna de la cocha (municipio del Encano en Nariño). Agnóstica y tildada de pagana, yo necesitaba la laguna para meditar y pedir por mi país. Allí pensé, como un mensaje del aire que “Hay labores que no merecen distracción”. La incertidumbre de un futuro que no existe, no debe interponerse entre lo verdaderamente importante. Quienes trabajamos desde la humildad y la solidaridad, debemos continuar. No abandonaremos, no huiremos, no seremos desertores cobardes. Afuera deberán quedar la corrupción, el nepotismo y la ambición. Ante esta incertidumbre no queda más que alzar el azadón, la voz o cualquier herramienta menos un arma, para construir juntos y hacer REAL el post-conflicto y la tan esperada Fiesta de La Paz en Colombia.

Gracias a quienes hicieron este viaje y mi participación posible. Han quedado enseñanzas y mucha esperanza para el trabajo que queda por delante. Estamos en paz. 



miércoles, 29 de julio de 2015

Del ideal a una realidad sustentable

El dilema legal de la explotación carbonera y la conservación de los encinares del Centro de México. 

En la Meseta Purépecha al oriente de la ciudad de Morelia, la explosión de volcanes, ahora extintos,  y su topografía resultante, no ha permitido que las milpas se expandan en la totalidad del intrincado relieve.  En contraste, las cimas y algunos valles del Pico del Águila, Tzirate y las serranías camino al municipio de Quiroga son bosques dominados por Encinos (Quercus Sp.), Pinos  (Pinus.Sp), y algunos árboles de piel caída llamados Madroños (Arbutus Sp.). Estos bosques permanecen en píe porque sus aproximadamente 40 hectáreas de distribución son la principal fuente de combustible de las comunidades rurales que habitan en el lugar.  


Son utilizados como leña para cocinar, calentar la casa y producción de carbón, siendo esta ultima la principal fuente de ingresos para algunas familias que desde hace más de un siglo mantienen los asados de fin de semana de los habitantes de Morelia y otras ciudades. 

La fabricación del carbón es un proceso tradicional donde generalmente participan varios integrantes de una familia. Algunos se encargan por una semana de talar la madera de hasta 14 árboles completos de los cuales se obtienen entre 8 y 14 toneladas de leña que se apilan y se cubren completamente de tierra (proceso conocido como sistema de parvas). Esto permite que, por la  ausencia de oxígeno, la combustión se haga incompleta, es decir, que salga el vapor de agua pero que el dióxido de carbono y otros compuestos permanezcan, generando así el carbón en aproximadamente 3 semanas (dependiendo de la humedad).  De una Tonelada de leña pueden salir entre 50 a 400 kg de carbón, una eficiencia relativamente baja por lo que se construyen entre uno y dos hornos casi semanalmente. 




La distribución del carbón la hacen pocos transportistas quienes compran el kilogramo de carbón a $3 y los venden en los almacenes entre $4 a $6  al por mayor y entre $10 a $12 al menudeo. Luego el precio en el mercado oscila entre los $20 y los $30. 

A pesar de lo común del mercado la cadena permanece en la informalidad. La única ley que regula la extracción de leña es la Norma 012 de la Secretaria de Medio Ambiente (SEMARNAT) donde especifica requisitos generalmente inalcanzables para los productores (especialmente en aspectos de tenencia de la tierra) y estos también denuncian altos precios para obtener la licencia, por lo que generalmente prefieren entregar “mordiscos” de lo producido a funcionarios ambientales durante el transporte del carbón para evadir las sanciones que van desde $15.000 hasta uno o dos años de prisión.

El carbón vegetal junto a otros biocombustibles, según la Agencia Internacional de Energía, representan el 70% de las fuentes de energía renovable del mundo, siendo una alternativa para los cada vez más agotados y costosos combustibles fósiles, especialmente en el sector rural. En México los encinares son utilizados para la extracción de leña y carbón por su alta densidad, su extracción tiene un profundo arraigo cultural en todos los estados excepto en la península de Yucatán.


 A pesar de que el consumo de carbón ha superado las 500 mil toneladas anuales (esto contando solo la producción formal) los programas de manejo forestal son inexistentes o ineficientes y la Ley Forestal dice que su actividad debe ser restringida por los impactos que puede generar pero no propone alternativas. 

Las comunidades “beneficiadas” por los planes gubernamentales denuncian la carencia de inversión inicial y seguimiento de los proyectos, así como corrupción en los programas de reforestación de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) donde muchos de los árboles plantados se dejan secar luego de realizar las fotografías de campaña.

Sin embargo, existe un gradiente de los impactos que puede matizar la problemática. Según estudios realizados por investigadores de la Universidad Autónoma de México (UNAM) la explotación de carbón con un manejo adecuado puede permitir obtener beneficios del bosque sin comprometer su permanencia, pues por sí misma es un factor directo de degradación y no necesariamente de deforestación. 

Es decir que la tala selectiva de algunas ramas o  árboles, así como la generación de caminos necesarios para la explotación, puede disminuir o cambiar la presencia de algunas especies silvestres y en consecuencia afectar las propiedades del suelo, el agua y la capacidad de absorción de carbono del bosque. Pero son más impactantes los casos en los que el uso del suelo cambia drásticamente hacia otra actividad como la Agricultura o asentamientos urbanos, donde el bosque simplemente desaparece.
 Los estudios utilizan fotografías aéreas para el monitoreo de la regeneración del bosque en función a la dinámica de los carboneros. 

Estos han permitido comprobar que la velocidad de regeneración puede ser más rápida que la explotación. Fotografías con registros cronológicos muestran parcelas enteras de bosque regenerado en 5 años de inactividad. Los biólogos que participan en el proyecto han cambiado su percepción respecto a la conservación digamos “extrema” y argumentan que el conocimiento sobre los ciclos de acumulación de biomasa según la especie y las condiciones ambientales, permitiría obtener mayor ganancia del bosque y disminuir los impactos a la biodiversidad. 

Diana Rogríguez estudiante de Posgrado que ha trabajado en predios con encinares de San Bernabé, Cuto y Zajo Grande al oeste de Morelia  afirma que  La degradación depende de las prácticas de manejo, pero para esto  la información debe salir del papel”Diana también afirma que la ausencia de conocimiento está en los efectos de la composición de los bosques, es decir en los efectos sobre la diversidad genética al interior del bosque.





Si se observa la región desde una avioneta,  se ve cubierta de encinos verdes o dorados dependiendo de la época. Incluso en los terrenos más inclinados crecen árboles de entre 4 y 12 metros, con la Agricultura discriminada a  los valles, el suelo restante está cubierto por una cama de hojas marrones que guardan la humedad y que hace que estos bosques sean fundamentales en la generación del lago de Cuitzeo y sus afluentes. 

 En la noche, en este bosque, se escucha el canto de ranas, zanates (Quiscalus mexicanu), pero también de hachas y sierras eléctricas. Recorriendo un par de kilómetros al interior, se comprenden los efectos que genera la explotación en la estructura y composición del bosque, pues es fundamentalmente diferente a los encinares maduros, altos, robustos y generalmente llenos de bromelias y orquídeas.

El crecimiento del bosque está constantemente interrumpido, por lo que los encinos son fácilmente confundibles con arbustos pues cuando son cortados rebrotan en 2 a 20 tallos delgados, todos llenos de pequeñas ramas delgadas y tupidas, probablemente en busca de obtener más recursos a causa del estrés. Hay insectos en los pastizales pero en estos bosques difícilmente hay movilidad para mamíferos grandes o aves de interior de bosque, hay cercas que dividen los predios con grandes rocas, rastros de hornos ya destruidos, caminos con huellas de bestias y el aire está cargado del humo de los hornos. Son los llamados bosques secundarios, que por el manejo permanecerán así por siglos.

La población cada vez creciente y los umbrales por los que la naturaleza es capaz de abastecernos es el reto de las ciencias ambientales, que buscan la permanencia de las instituciones sociales, las tradiciones y la identidad social,  inclinando la balanza de los recursos naturales que los mantienen; de hecho, de la necesidad de este equilibrio parte el concepto de sustentabilidad de finales del Siglo XX, pues el colapso inminente de la sociedad por la sobre-explotación de sus recursos ha sido una historia recurrente y ampliamente posible. En este caso en particular, las localidades al oeste de Morelia -como seguramente muchas otras comunidades rurales de México- tienen un alto índice de marginación, por lo que los beneficios que obtienen del bosque son para ellos de gran importancia. Pero la ausencia de regulación y organización de los carboneros es la causa de la posible sobre-explotación de los encinares, también de la competencia desleal y de la poca rentabilidad que existe en la cadena de valor, pero poca es la consciencia de los consumidores y de las entidades estatales sobre la complejidad de factores que se deben tener en cuenta para hacer un plan de manejo sustentable de un producto que generalmente es ignorado.

La estimación de la velocidad de regeneración del bosque ha pasado por años de investigación para la calibración de modelos y solo hasta ahora se está aplicando en planes de manejo “reales”. Aun así existen antecedentes en Querétaro donde estos casos han tenido éxito, y las consecuencias hasta el momento al oeste de Morelia parecen no ser tan graves como en otros casos de África donde la producción de carbón sí ha sido causa de deforestación, pues el profundo conocimiento de las comunidades aquí en el centro de México ha permitido que la tala, aun clandestina, mantenga el bosque.
 Lo absurdo es que el recurso se desvalore cuando salga al mercado y que los mayores beneficiaros sean los almacenes de cadena quienes muchas veces desconocen intencionalmente el origen del producto. Así mismo vale la pena cuestionarse sobre el estado de conservación de un bosque manejado y sus efectos sobre la funcionalidad del ecosistema. 
¿Los árboles después de los cambios estructurales que sufren son en verdad espacios que permiten la diversidad biológica? o el bosque se ha convertido en el jardín de los predios locales donde solo habitan perros, bestias y un par de golondrinas.    





viernes, 28 de febrero de 2014

VIVIENDO EL MALBOUFFE BOGOTANO

Sim-City es un video juego que consiste en construir una ciudad a escala,    tu misión es decidir todo por los pequeños Sims, habitantes de tus calles. Debes construirles escuelas, transporte, edificios de apartamentos de diferentes clases sociales,  gasolineras. Pero lo más importante es elegir el sistema productivo que implantarás en tu ciudad para suplir esas necesidades, desde  silvicultura o minería hasta tecnología y comercio. Claro que todo está íntimamente conectado y esto será la causa del estado de satisfacción de tus Sims en los demás componentes de tu ciudad. Ganas si logras mantenerla y teóricamente “pierdes” cuando el balance en los sectores se torna negativo, por ejemplo que tu taza de habitantes con Enfermedades Respiratorias Crónicas supere tu población laboralmente activa; pero yendo aún más lejos, el crecimiento demográfico no se detiene y tus pequeños sims seguirán ahogándose en tu contaminación hasta que lo soluciones, ó estratégicamente lo abandones y virtualmente colonices otro territorio. 
Yo soy un pequeño Sim en una ciudad con una evidente filosofía comercial. Alguna vez como muchos otros a diario, trabajé para la industria de pizzas y “comida rápida italiana”. 

Para atender mi puesto de Auxiliar de venta (sinónimo de “todera  y trabajos varios”) debía llevar pantalón oscuro, camiseta clara, cabello recogido, sin aretes y sin joyas, nada que dejará sobresalir mi identidad pues la que importaba aquí, era la de la multinacional con quien había firmado el contrato.

 La sede quedaba en una plazoleta de un centro comercial junto a unos 30 restaurantes de cadena, comidas rápidas, instantáneas, congeladas; siempre listas para mantener la velocidad a la que quieren ir los pequeños Sims de mi querida Bogotá.
El primer día y con una gran sonrisa institucional, el administrador de la sede me dirigió al nuevo mundo detrás de la caja registradora. Tenía su nombre Fabio en letras grandes y rojas, atendía y manejaba el software de la caja por lo que era el que mandaba en el lugar. Adentro estaba Raquel, la pizzera principal, a ella debíamos ayudarle y obedecerle en todo. Lo primero que hizo con mirada severa fue revisar mi atuendo sin identidad, mis uñas y ponerme una pañoleta con motivos de cocina. Luego que lávese las manos y a desmenuzar pollo.  Más tarde llegarían 2 compañeros más igual que yo, estudiantes con ganas de un sueldo de juego; y la compañera Lina, igual que Raquel y Fabio, hace meses la producción de pizzas industriales era la realidad de su familia.
 – A mí me gusta más esta sede, es más tranquila. De donde yo vengo uno no para, a veces salimos de noche, limpiando, cerrando caja. Si mi hijo ya le dice mamá a su niñera-. Decía Lina con acento costeño, demostrando su experiencia en reírse de estas cosas de ganar el mínimo teniendo familia.
   Ahí estábamos, entre el horno de más de 500°C y el mesón de cocina, en un corredor de medio metro donde debimos convivir, trabajar y recorrer de un lado a otro nosotros 6. Abríamos a las 11 de la mañana y  30 minutos antes las órdenes empezaron: Un hombre de sentada pidió 4 pizzas que no habíamos aprendido ni armar, y debíamos tenerlas en algunos 5 minutos. Raquel lo madreaba entre murmullos - Qué man tan desocupado- decía. Pero igual a correr. Que haga la pasta base,  que hágala rendir,  que mucho borde, que poca salsa,  no más hawaiana, gaseosa o té, promoción, combo, tomate, la paga y las vueltas.
   Entre más gaseosas y queso derretido entregábamos, por turnos de 10 a 11 horas. me preguntaba las consecuencias sociales que puede tener invertir tanto en estos centros de comida preparada y comercio fulminante.  
En los 90’s aunque tener un Mc Donalds® en su país era un indicador clave de su filosofía capitalista; el primer restaurante de comida rápida del mundo, quién sabe por qué cosas del destino no había podido instaurar sus franquicias en Colombia. Luego claro, lo lograron y parece que no están pensando en irse. Al contrario, en esta última década, la guerra de la comida rápida y las franquicias en las principales capitales del país ha sido tal, que ahora de Bogotá se dice que no tiene metro pero tiene Subway®. Lástima que los personajes que estén construyendo nuestra Sim-ciudad no noten que los 15 cm de su sándwich no sirvan como alternativa al Trans-milenio (así los pongan en cada esquina). Pero en definitiva el sistema de alimentación es susceptible y merece una reflexión colectiva.
En Francia por ejemplo, los líderes campesinos desde finales de los 90’s incluyeron al alimento en un debate político al rebelarse contra franquicias como McDonalds®. Ahora aseguran que este mercado apoya todos los estragos que el productivismo ha generado en el campo; incluyen la erosión, contaminación del suelo y afecciones a la salud por el uso de agroquímicos, así como la especialización que exigen estás marcas a los campesinos. Esta especialización ha cambiado el orden tradicional de la producción, haciendo que las fincas productoras se centren en el mantenimiento de la oferta de un solo producto; por tanto, la necesidad de más y más intermediarios, sumado a una agricultura sin ningún tipo de lógica ambiental,  pues el campesino se vuelve en función de la técnica y no la técnica en función del campesino o su territorio. Lo que a vulnera la economía familiar.
En la sede el inventario consistía en sopas de cebolla, pollo y jamón congelados, kilos de queso y pan previamente cortados, con eso armábamos la pizza, la lasaña o lo que fuera en menos de 10 minutos. El resultado es que la gente desconoce la forma primitiva del alimento, olvida la transmisión del arte de cocinar y alimentarse, lo que claro desvincula a la sociedad de su lugar de hábitat porque uniforman el sabor del alimento,  vuelven a  la sociedad campesina una despensa  de insumos preseleccionados. En definitiva se entiende por qué los líderes la Confédération Paysanne de Francia bautizaron a esta comida elaborada con el término de Malbouffe”un juego de palabras que traduce literalmente “basura”; denunciando la agricultura industrializada  y su desarrollo por encima de la seguridad alimentaria, del paladar, de la identidad cultural y territorial de los productos.
 Tuve horas para observar las familias y adultos solitarios caminando erráticamente por las vitrinas, para luego  pagar un alto precio por los alimentos que yo misma les servía. Además de un hábito que personalmente considero insano, era evidente la sociedad tan uniforme que visita estos lugares. A pesar de su apropiación de identidad de “plazas públicas”, la asociación a este club “público” está representada en la capacidad de pago,  un mecanismo que restringe el acceso a muchos grupos sociales!  

Bogotá ha ajustado su motor de desarrollo entre otras cosas en el comercio y está siendo consecuente con  la libertad de regulaciones para los pequeños Sims del sector privado, invirtiendo en lo que  consideran. Entonces claro se construyen viviendas para estratos medios, altos, oficinas y comercio y el resultado es que no existen lugares para las minorías.  Los centros comerciales son un claro ejemplo.
   Entonces cada segundo en el que los pequeños Sims piden su porción con bebida híper azucarada, cuenta  para cuestionar la eficiencia de la política alimentaria y planeación urbana de Bogotá. Mientras la demanda diaria de alimentos por cada comedor comunitario incluye ancianos, desplazados, madres gestantes, lactantes y discapacitados; según estudios de la secretaría distrital  de integración social en 2013 cerraron 160 de ellos, distribuidos todos en localidades de Bosa, Usme, Kennedy, Rafael Uribe y demás periferias. En el mismo año el mercado de comida rápida alcanzó miles de millones de pesos “invertidos” (dicen los estudios de Mccan) por familias de clase media, que han adoptado la comida rápida como recreación de fin de semana o ejecutivos con poco tiempo. Entonces las gaseosas también cuentan para reconocer la influencia, y por tanto el poder político que tienen nuestras decisiones, capaces de transformar la dirección, generación o  la destitución de un mercado; e incluso las prioridades de un gobierno del que no debemos depender. La Confédération impulsó el movimiento  en contra del Malbouffe en un país que defiende su cultura con azadón en mano, demostrando que estamos fuera de la pantalla y no somos Sims susceptibles a algún japonés adicto a videojuegos, ¡Ni las leyes, ni las especulaciones de la bolsa son un programa estático!

Ya son varios las investigaciones que demuestran el bienestar socio-cultural que generan las alternativas a la industrialización del alimento; comunidades de todo el mundo  han entendido lo insostenible que es su “sistema”. Somos nosotros y nuestro comportamiento quienes ejercemos la política del comercio del alimento y por tanto el futuro de nuestros recursos, luego estas también deben verse correspondidas en las preferencias de nuestra alimentación y hábitos en  los centros de consumo que representan las ciudades. Y es que el POT debería enfocarse en el fomento de mercados locales, en el abastecimiento de los barrios con centralidades turísticas o de  salud. A este ritmo deberá  equilibrar sus inversiones en gimnasios para atender los problemas de colesterol de los pequeños caminantes errantes, y en más y más viviendas de interés social para albergar a los millones de campesinos que vendrán quebrados por la erosión de sus tierras o huyendo de un campo que se extingue entre certificaciones y monopolios.